Thursday 30 May 2013

Money, money, money

El tema económico suele acabar teniendo complicaciones cuando, además de madres y suegras, se cruzan tendencias culturales.

Mi marido y yo siempre hemos tenido las cosas muy claras y, aunque cada uno tenemos nuestro sueldo y nuestra cuenta, consideramos que todo es de los dos: la hipoteca, la compra, la guardería, el dentista y lo que sea. No tenemos la situación regimentada así que habrá temporadas que uno pague más que el otro, y al revés. Ni lo controlamos ni tenemos intención alguna de hacerlo.

La única vez que han surgido complicaciones y alguna que otra tensión es cuando nos han llegado  donaciones familiares o cuando es momento de comprar regalos/tener atenciones para nuestros respectivos clanes.

Hoy por hoy mis padres tienen una situación económica cómoda tirando a ajustadica. Dicen que viven bien y tienen todo lo que necesitan pero ni van de viaje, ni salen a tomar nada, ni compran ropa. Mi madre dejó de ir a la peluquería (a la que iba poco) hace varios años y se corta el pelo ella misma, con ayuda de un par de espejos.

Mis suegros van desahogados y gozan de muy generosas pensiones. Mi suegra tiene más pensión que yo sueldo y, como su marido se hace cargo de todos los gastos de comida y de la casa, ella utiliza ese dinero para sus caprichos. Que son muchos. Disfruta de no tener que controlar su dinero y, por ejemplo, compra ropa u objetos de decoración que luego nunca salen de su bolsa además de libros cuya portada le gusta (aunque luego tira a la basura (!) si el primer capítulo no le gusta). El resto se va en lo que los alemanes denominan 'wellness' (masajes, spas, etc) y en viajes, además de en comprar cantidades ingentes de regalos para la nieta mayor (quien, a su vez, tiene tantas cosas que muchas veces ni les quita el plástico).

A mi me da un poco de pena la situación de mis padres porque quisiera que se dieran más alegrías y, aunque me choca el derroche, aplaudo el que mi suegra esté disfrutando de su jubilación. El problema surge cuando sus respectivas filosofías económicas se aplican a sus relaciones con nosotros.

Mis padres nos dieron dinero para pagar la entrada de la casa. Nos pagaron gran parte de la boda y la luna de miel. Mi madre ha aprendido a coser vestidos y ha desempolvado las agujas de punto para hacerle cosas a su nieta; mucho me temo que su mayor gasto debe ser en lana, telas y lazos de seda. Cuando vienen a vernos o cuando vamos a verlos insisten en pagar por todo y lo pasan francamente mal si en algún momento nosotros vamos a la compra o pagamos un vino. Los regalos les chirrían.

Mi suegra no nos dio un clavel para la casa. Hizo que mi suegro contribuyese 'algo' a la boda (pero luego tuvimos que pagar nosotros el hotel en el que se quedaron, así que la contribución se fue en eso). Hasta ahí bien. Creo que los padres españoles se pasan cuatro pueblos en su tendencia a querer hacerlo todo por sus hijos, aunque estos estén creciditos y tengan sus ingresos. El caso es que, como saben, cuando mi suegra viene o, incluso cuando vamos nosotros a Alemania, no solamente espera regalos (o pide cosas directamente), sino que nosotros pagamos por todo (incluso hasta por sus taxis). Por su último cumpleaños pidió una bandeja oval de plata antigua y estilo victoriano que, preferiblemente, debía ser comprada en una tienda concreta de Londres. Casi nada. Pero la cosa no queda ahí: en su momento nos pidió dinero para cambiar parte de su cocina porque su marido se negaba a cubrir ciertos gastos que consideraba exagerados. Cuando, al poco de nacer su nieta pequeña y a sabiendas de todos los gastos que nosotros estábamos afrontando, nos pidió dinero para comprar un pasaje de primera clase a Africa (porque hacer un viaje de placer tan largo en clase turista no era bueno para su espalda), me pareció que la cosa pasaba de castaño oscuro. El caso es que nosotros no nadamos en la abundancia y tiramos hacia lo tacaño:  mi marido, como mi madre, se corta el pelo él mismo porque dice que ir a la peluquería es demasiado caro.

La verdad es que no sé si el teutón le giró dinero para la cocina o para el safari, y prefiero no saberlo. Dice que su madre le educó y que, por lo tanto, tiene una deuda con ella. El problema es que yo tengo la misma deuda con mi madre. La diferencia es que una parece querer que le devuelvan la inversión y la otra no quiere ni hablar del tema. Lo peor es pensar que el dinero que nos han dado mis padres a la larga acaba yéndose (indirectamente) en regalos y atenciones para mi suegra. Qué hacer? Probablemente y para evitar desavenencias entre el teutón y una menda, nada, más allá de evitar que las prácticas de mi suegra lleguen a oídos de mi madre, quien beatíficamente piensa que mi suegra se desvive por nosotros en igual medida que lo hace ella.

No comments:

Post a Comment